sábado, 22 de agosto de 2015

EN EL VALLE DE HECHO

La nave ya salió del puerto de Pineta (no sin pena por parte de la tripulación) para dirigirse hacia su nuevo destino: el Valle de Hecho.
El recorrido que debía ser de apenas tres horas duró más de lo previsto por esa manía del capitán de no actualizar el navegador.
El Valle de Hecho no es tan alpino como el anterior pero también tiene un entorno precioso. El pueblo es auténtico y al fondo del valle se encuentra la Selva de Oza, una de las grandes maravillas de la naturaleza en España.
En el anterior camping  casi todo el mundo hablaba en catalán y en este en euskera y eso que no hemos salido de Aragón.  El personal por aquí es un poco más "sosillo" por decirlo de una manera amable. Casi nadie te responde cuando le das los buenos días. Sabemos perfectamente saludar en euskera pero no nos da la real gana.  Cuando hemos estado en el País Vasco o en Navarra lo hemos hecho, pero aquí "nanai". También hay personal educado, no todo el mundo es así. 
El primer día decidimos ir al Ibón del Acherito. Ibón es el término en idioma aragonés (que también existe por lo visto) usado para los pequeños lagos de montaña de origen glaciar situados en los Pirineos, generalmente por encima de los 2000 metros de altitud.
Cuando iniciamos la marcha, la  contramaestre pidió dirigir la expedición. Se le concedió el permiso y nos dirigimos prestos y raudos a realizar la subida.  A los 30 minutos aproximadamente de la partida el camino no era tal y parecía más una senda de vacas. ¿No te habrás equivocado? No, es por aquí. Pues nada a callar y a seguir. A la hora de caminada ya no había ni camino. Mis consultas a los mapas me decían que estábamos equivocados pero cabía la posibilidad de que hubiese perdido la habilidad de leer mapas de tanto utilizar medios más modernos. 
Hicimos una parada para consultar de nuevo los mapas y la contramaestre admitió que nos habíamos perdido. Consultando la cartografía vimos que la mejor posibilidad era buscar un sitio por donde cruzar el río




 que llevábamos a nuestra izquierda y buscar un camino de vuelta que debía haber subiendo la ladera. No había sitio por donde cruzar sin meterse en el agua y así lo hicimos. Encontramos el camino y vuelta. Una vez más la tripulación fue salvada por la pericia de su capitán. 
Al día siguiente fuimos de nuevo al ibón pero esta vez por buen camino. La subida duró casi cuatro horas y fue muy dura tanto por el desnivel como por el calor que hacía. La contramaestre sufrió un golpe de calor a media subida pero su orgullo de buena exploradora no permitió que nos retirásemos y al final conseguimos llegar al lago.
El fin de semana como parece que no habrá muy buen tiempo lo dedicaremos a visitas culturales y gastronómicas por la zona que también son interesantes
Continuaremos informando

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