¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, nuestro terrible viaje ha terminado,
el barco ha sobrevivido a todos los escollos,
hemos ganado el premio que anhelábamos,
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado,
mientras sus ojos siguen firme la quilla, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!...
el barco ha sobrevivido a todos los escollos,
hemos ganado el premio que anhelábamos,
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado,
mientras sus ojos siguen firme la quilla, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!...
Hace más de 30 años que el capitán tuvo su primer acercamiento al Naranjo de Bulnes, y tres veces había intentado subir pero no había sido posible. Esta vez sí.
Cuatro horas duró la subida. La contramaestre no pudo ir debido a su reciente intervención quirúrgica así que os pongo a todos por testigos de mi promesa de subir de nuevo con ella.
La grumetillo, subió como una montañera avezada. El personal cuando la veía quedaba sorprendido al ver a una niña de 7 años si ayuda ninguna ascender hacia la base de la imponente mole.
Es una subida sin tregua alguna. Desde el inicio las pendientes son enormes pero poco a poco, pasito a pasito fuimos subiendo y disfrutando del impresionante paisaje que nos brindaba la naturaleza. La grumetillo se zampó una barra completa de espetec en el camino.Decía que eran sus barritas energéticas. La bajada la hicimos en 3 horas y media. Hay que tener en cuenta que las piernas y rodillas sufren mucho más en la bajada de una montaña que en la subida.
El día siguiente lo dedicamos a descansar en la playa. Ese día el agua estaba helada; a mí que el agua de Sanlucar de Barrameda me parece fría, me costó meter las rodillas en el agua ( porque más allá no pasé) una barbaridad.
La penúltima noche de estancia en puerto asturiano las dos tripulaciones fueron a despedirse de la tierra con una buena cena. Para ello elegimos un chiringuito sobre unos acantilados en la playa que tenía unas vistas espectaculares. De todas las viandas consumidas destaco las zamburiñas al ajillo.
El último día realizamos el descenso del Sella. 15 km de descenso que tardamos en recorrer 5 horas porque parábamos en todos los chiringuitos del río
Menos mal que en piragua no hay control de alcoholemia.
Hemos partido de Asturias con mucha pena ya que han sido momentos fabulosos los vividos junto a los polizones y a la nave de Alberto y M.Jesús
La próxima será en Navidad ya que la tripulación con su nave pretende pasar las fiestas en los Pirineos.
Hasta la próxima
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