LA CATALUÑA MEDIEVAL. De regalo ODA A LA ROPA TENDIDA

¡Qué poco nos queda!. Estas vacaciones van llegando a su fin, bueno casi a su fin, pues todavía nos queda la parte final que es la costa de Gerona a la que vamos mañana.
Hoy hemos estado viendo la Cataluña medieval. Primero fuimos al monasterio de Poblet en la ruta del Cister y luego a ver el pueblo de Montblanc.
El monasterio nos ha encantado, es como viajar al pasado. Nos recordaba a Los Pilares de la Tierra. En la actualidad está habitado por 31 monjes (que ya son monjes pa los tiempos que corren) y se dedican al estudio, la oración, la vida contemplativa y a cuidar del monasterio para tenerlo listo para los turistas. Estrés lo que se dice estrés no creo que tengan mucho. Además la visita ha sido guiada, lo que la hace mucho más atractiva.
Luego fuimos a ver el pueblo medieval de Montblanc, donde dimos un paseillo y compramos algunas cosillas de recuerdo.
La zona es azotada continuamente por fuertes vientos. Cuando digo fuerte no me refiero al viento al que estamos acostumbrados en el sur ni tan siquiera al levante que nos fastidia en la playa. Aquí viento fuerte es viento fuerte y para muestra os pongo una foto de como tienden la ropa por estos lugares. Por los cojones se va a llevar el viento el calcetín. Antes se cae la casa que perder unas bragas.
Hoy el equipo de exploradores ha decidido comer en su caravana y descansar toda la tarde porque Anita lo necesitaba; demasiadas emociones en tan poco tiempo.
Bueno mañana iremos en dirección a Cadaqués y toda la costa norte de Gerona. Esperemos que nos guste la última etapa que hemos marcado.
Hoy no quiera despedirme sin hacer una preciosa oda a la ropa tendida.

Si el viento arrecia con fuerza
y en la sierra catalana
arrastra lo que se encuentra
desde coches a palanganas
las bragas y calcetines
de la última colada
no las arrastra, que no
que a mí no me da la gana.
Cuatro pinzas a calcetines
y nueve pa las bragas
y un paquete entero
pa tender las toallas
Que la cirsis nos azota
y no podemos perder
las bragas y calcetines
que no hay ni pa comer.

He dicho.
Manolo el explorador