La ruta dura unas dos horas entre ida y vuelta y hay mucha gente haciéndola ya que no es muy difícil y sobre todo llegas al final y lo que se presenta ante los ojos es una estampa que te deja anonadado. La belleza es infinita; estás en prado de alta motaña contemplando el Aneto con su glacial nevado.
El martes decidimos hacer una ruta más larga. 7 horas entre ida y vuelta tardamos y en algunos tramos fue durísima sobre todo con la grumetilla dormida en la mochila. La ruta terminaba en el Ibón de Escarpinosa. La ruta es doble porque llega al denominado Ibonet de Batisielles que tiene una subida en zig-zag de unas dos horas pero una vez allí se puede continuar subiendo casi una hora más al Ibón de Escarpinosa y claro pues subimos una hora más. La última subida la realizó la grumetilla sola subiendo y trepando roca a roca. Creemos que ya con cuatro años ama y le apasiona la montaña como a sus padres y cuando la vemos trepar nos sentimos orgullosos de ello.
Una vez arriba la sensación que te entra tiene un nombre; se llama Síndrome de Stendhal y es una sensación de vértigo ante tanta belleza.
El miércoles lo vamos a tomar un poco más relajado porque las piernas se resienten un poco. Haremos algo de turismo, alguna comprilla y cervecita para reponer fuerzas y mañana proseguir pateando el Paraíso
IBÓN DE ESCARPINOSA |
SUBIENDO MIENTRAS LA GRUMETILLO DUERME LA SIESTA |
CERVECITA EN MEDIO DE LA MONTAÑA. SIEMPRE HAY UN CHIRINGUITO DONDE MENOS TE LO ESPERAS |
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AL FONDO EL GLACIAL DEL ANETO |
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